El índice glucémico o glicémico de los alimentos mide la respuesta glucémica del cuerpo ante los hidratos de carbono de un alimento. Simplificando, es la velocidad en que el cuerpo absorbe los azucares de los alimentos. Cuando el cuerpo absorbe los hidratos de carbono, se produce una secreción de insulina, la hormona encargada de regular la cantidad de glucosa en sangre. Cuando hemos consumido más cantidad de glucosa de la que necesitamos en un momento dado, la insulina «coge» toda esa glucosa y su energía y las almacena en forma de grasas en el tejido adiposo. Cuanto mayor la velocidad en que el cuerpo absorbe estos azúcares, mayor la respuesta de la insulina, y mayor será el almacenamiento de grasas.
Sin embargo, tenemos buenas noticias. Por un lado, el aceite de oliva no tiene índice glucémico, o se dice que su índice glucémico es cero, ya que no contiene hidratos de carbono.
Pero además, está demostrado que mezclar alimentos con aceite de oliva reduce el índice glucémico de los mismos, y con ello la velocidad de absorción de los azúcares, los picos de insulina y, por último, el almacenamiento de grasa.